No te cases enamorada, cásate por amor
En las sociedades que conozco y he vivido, las mujeres empoderadas no concebimos otra manera de llegar al matrimonio que no sea estando ambos enamorados.
Pero más allá del juego semántico del título de este artículo, cuando descubres qué es realmente el enamoramiento, casi de manera inmediata entiendes por qué tantas parejas enamoradas fracasan en sus primeros años de matrimonio.
Esa locura transitoria que es estar enamorados
Los escáneres cerebrales han permitido a los científicos saber lo que ocurre en el cerebro humano vivo sin necesidad de intervenirlo.
Gracias a la tecnología sabemos que el enamoramiento es un proceso biológico (muy necesario para la reproducción de la especie) que nos "secuestra el buen juicio" y nos mantiene durante un tiempo en un estado de "ensueño, paz y bienestar" muy parecido al de cualquier psicotrópico.
Cuando nos enamoramos, la serotonina, el cortisol, la dopamina, la oxitocina, la vasopresina, la testosterona y otros conocidos neurotransmisores llegan a niveles altísimos (o bajísimos), partes completas de nuestro cerebro más evolucionado (ese que solo tenemos los humanos) se apagan y otras funcionan de manera distinta a como lo hacen habitualmente.
Este delicioso desequilibrio no dura mucho (desafortunadamente) porque compromete la supervivencia del individuo. No podemos ir por la vida con partes del cerebro que no funcionan y con una química radical que nos hace comportarnos de manera errática.
¿De cuánto tiempo estamos hablando?
Según un estudio realizado por la psiquiatra Donatella Marazziti en la Universidad de Pisa, el enamoramiento dura entre 18 meses y 3 años. Pero yo me pasé 15 años de mi vida adulta persiguiendo esa sensación maravillosa. Mis relaciones comenzaban estando enamorada y a los 4 años aproximadamente ya no "funcionaban". Volvía a empezar con una nueva pareja.... y así. Comprender que el enamoramiento y el amor no son lo mismo (aunque tendemos a confundirlos) fue muy revelador y tranquilizador.
El principio del fín
Te das cuenta que has llegado al final del enamoramiento cuando te levantas un día por la mañana y ves por primera vez en tu vida a ese ser que hasta la noche anterior te había parecido lo más maravilloso del mundo.
De repente le huele mal el aliento, ronca, no es tan atractivo como lo habías percibido, tiene hábitos que no solo no te gustan, sino que no soportas (y no entiendes cómo pudiste pasarlos por alto hasta ahora). Ese hombre es un ser humano y tiene un montón de defectos que no habías podido ver.
El final del enamoramiento puede ser una etapa muy estresante. No solo porque sientes (literal) que te echan de una patada del paraíso opioide donde habías estado, sino porque al reconectarse tu amígdala, que es tu juez interno, parece que llega recuperando el tiempo perdido y pasas de no ver los "pequeños defectos" de tu hombre, a ser superanalítica y supercrítica con él.
Durante el trance del enamoramiento, el cortisol está en niveles altísimos. La razón por la cual no lo percibimos como un tremendo estrés es porque la amígdala estaba apagada. Pero al reconectarse, queda un "registro" de toda esa inundación y aunque ahora los niveles de cortisol hayan vuelto a la normalidad, los escáneres de los científicos han mostrado una súperactividad en dicha área, justo al acabarse el enamoramiento.
También el neocórtex se reconecta, y con ello desaparece la anomalía de percibir los sueños y metas de tu amado como iguales a los tuyos. Y así, como quien no quiere la cosa, descubres que no son tan compatibles como habías pensado hasta ahora.
Casi te da rabia con él, o contigo misma (por haber estado tan ciega).
En mi caso, me dedicaba (en esos últimos meses de relación) a centrarme en cada uno de los defectos mi ex-amado para justificar la ruptura que se venía.
¿Qué hay después del enamoramiento?
Esta es la pregunta del millón.
Después del enamoramiento, tienes dos caminos sinceros (puede que haya otros menos afortunados): 1, salir de la relación porque objetivamente no tienen ninguna posibilidad de crear un futuro juntos, o 2, amarlo de verdad.
Amar es un verbo
Adoro esta frase y creo que voy a usarla muchas veces hasta que se me meta en los huesos. Amar es un verbo, no es un sentimiento, ni una sensación. Es algo que implica acción, es activo, no pasivo. Amar no es algo que me ocurre, es algo que elijo, practico y cultivo.
Si por fortuna, tras el enamoramiento descubres que puedes amar a tu hombre, te has ganado la lotería (y un trabajo para toda la vida).
Dawm Maslar, autora de "Los hombres buscan, las mujeres eligen", libro que me inspiró a iniciar este blog, nos cuenta: "cuando te enamoraste, la mayor parte de tu actividad cerebral se encontraba en tu sistema de recompensa.... este sistema es más egoísta y se centra en lo inmediato y lo individual... Al pasar a un nuevo tipo de amor (el amor verdadero) tu actividad neuronal se desplaza hacia la región más evolucionada de tu cerebro..."
Para apoyar este comentario, la autora cita un estudio realizado en la Universidad de Stony Brook, que encontró que el amor de larga duración muestra actividad en el córtex (región que estaba off durante el enamoramiento), y una muy intensa en el córtex orbitofrontal, zona del cerebro implicada en la toma de decisiones.
El amor verdadero no te sucede, es una elección. Si existe un momento ideal para que una pareja avance hacia el matrimonio, no es cuando están enamorados. Es después del enamoramiento, cuando ambos tienen sus facultades plenas para elegir caminar juntos.
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