Los hombres son como bandas elásticas
Comprender esto le dio un nuevo giro a mi relación.
Una de las cosas que más me gustaba de niña, era que mi papá me contara historias. Mis favoritas no eran los cuentos de hadas, ni de aventuras, porque esas historias mi papá me las leía. Mis favoritas eran sus propias historias, las que describían su niñez, sus experiencias.
Recién ahora entiendo que esa preferencia, que a él tanto le llamaba la atención, era la manera en la que yo satisfacía mi necesidad de conocer y entender en lo profundo a mi papá.
De adulta, sigo quedándome extasiada cuando mi pareja me cuenta cosas de sí mismo (las mujeres somos auditivas).
Como mi papá, a mi pareja le cuesta expresar sus emociones más íntimas, por lo que esas anécdotas me permiten conocerlo, entender quién era antes y cómo llegó a convertirse en el hombre que amo hoy.
La intimidad con un hombre (entendida en un sentido amplio y no solo físico) es una de las cosas que más felices nos hacen a las mujeres.
Hay momentos de intimidad deliciosos con mi pareja que me hacen sentir amada, segura y con el deseo de pasarme toda la vida a su lado. Cuando eso sucede, espero que al día siguiente sea exactamente igual (o mejor aún). Pero de repente, él se aleja al otro extremo y yo me quedo desconcertada, pensando en cosas como: qué pasó, hice algo que le molestó, ya no me quiere…
Hasta que supe por John Gray (Los hombres son de marte y las mujeres de venus) que los hombres funcionan como bandas elásticas.
No pasa nada, ellos también tienen ciclos
Siempre pensé que solo las mujeres éramos cíclicas, pero había sido, los hombres también lo son. Y esta es una realidad que ni ellos ni nosotras podemos cambiar. De intentarlo, solo haremos que ellos pierdan su esencia, y eso no es deseable.
Gray nos dice: “una banda elástica constituye la metáfora perfecta para entender el ciclo de intimidad masculina. Dicho ciclo incluye el acercamiento, el alejamiento y luego un nuevo acercamiento… incluso, cuando un hombre ama a una mujer, periódicamente necesita retirarse antes de poder acercarse más. Los hombres sienten de forma instintiva esa urgencia de retirarse. No es una decisión o una elección. Simplemente sucede. No es culpa de él ni de ella. Es un ciclo natural”.
Las mujeres nos retiramos solo cuando no sentimos confianza en el hombre o cuando nos han herido o vemos la posibilidad de que nos hieran. Erróneamente pensamos que esas son las razones por las que un hombre se retira de repente. De ahí el estupor que siento cuando mi chico se mete en su cueva, a veces un minuto después de estar en un pico de intimidad.
Entender y aceptar este ciclo de intimidad masculina enriquece la relación, pero desconocerlo o no aceptarlo, puede ser motivo de problemas.
No es personal.
¿Por qué los hombres necesitan retirarse?
“Un hombre se retira a fin de satisfacer su necesidad de independencia y autonomía. Cuando se apartó totalmente, comenzará a sentir la necesidad de amor e intimidad. Automáticamente se sentirá más estimulado a dar su amor y a recibir el amor que necesita”.
Según Gray, si no le damos (y él no se da) la oportunidad de retirarse, le estamos privando de sentir un fuerte deseo de acercarse. La intimidad continua no es una posibilidad para los hombres. Que las mujeres pretendamos que sea así, y salgamos corriendo detrás de ellos cuando se retiran, solo va a producir el efecto contrario a lo que buscamos.
“Cuando él se retira no es porque no quiera hablar… solo necesita pasar tiempo consigo mismo, cuidando de sí mismo… en cierta medida un hombre se pierde a sí mismo al conectarse con su pareja. Al sentir las necesidades, los problemas, los deseos y las emociones de ella, puede llegar a perder contacto con su propio sentido de la personalidad. El alejamiento le permite restablecer sus límites personales y satisfacer su necesidad de sentirse autónomo”.
Desde que supe esto, nunca más corrí detrás de mi pareja cuando se retira, por mucho que me deje sorprendida o esperando más de esa intimidad a la que llegamos. Tampoco me preocupo por este alejamiento. Lo entiendo, lo respeto y lo espero.
Él siempre regresa. Y con nuevos bríos.